sábado, 9 de enero de 2010

CAPÍTULO 10: RATEÁNDOSE CLASES

A la mañana siguiente, Mariana, simplemente no podía pararse de la cama. Así que no lo hizo y se quedó allí tumbada hasta que Shail se cansó de esperar y envió a alguien a buscarla. Una doncella la despertó, no sin llevarse un par de gritos por parte de una adormecida Mariana. Salió de su cuarto después de vestirse y agarrar un par de manzanas. Se dirigió a los jardines. Tenía la esperanza de encontrar un lugarcito tranquilo en el que poder tumbarse y dormir otro rato. Pero dentro del reino no tuvo suerte. Así que salió del palacio y caminó por las callejuelas de Vanis. Era una pequeña ciudad, alegre, vibrante, con niños corriendo libremente por sus calles, animales sueltos, gallinas, perros, etc… Era evidente que no era una lugareña, solamente mirando sus ropajes, demasiado finos para lo que podían permitirse esas gentes. Pero parecían felices. Mariana cruzó las murallas de Vanis y se encontró de nuevo frente a la extensión de Nandelt. Se decidió a inspeccionar los alrededores, encontrando un pequeño claro y una cascada hermosa que se podía ver desde algunas partes del castillo real. Se sentó sobre el césped, bajo un árbol y escuchando el suave murmullo del agua, se durmió. Cuando despertó los soles ya estaban altos y su estómago le informó de que se había saltado la comida. Así que se sentó con las piernas cruzadas y se comió la segunda manzana. El escondite que había elegido era bastante bonito, rodeado de árboles y silencioso, solo se oía la cascada y el canto de los pájaros. De vez en cuando alguna ardillita bajaba a beber al riachuelo.
- ¿Qué hacés acá?- `preguntó una voz tras ella.
- ¡Ahhh!- gritó Mariana dando un bote del susto. Se giró rápidamente con una mano sobre su galopante corazón- Casi me da un infarto- le gritó a Peter.
- Lo siento. Creo que es una mala costumbre de guerrero el ser silencioso.
Mariana se limitó a respirar hondo para calmar los acelerados latidos de su corazón. Volvió a la misma posición en la que estaba sentada antes de que cierto príncipe le diera un susto de muerte.
- Aún no me has dicho que hacés acá- dijo Peter de nuevo, alzando una ceja.
- Me estoy rateando las clases- dijo ella.
- ¿ratear que?- dijo Peter.
- Me he tomado el día libre- dijo Mariana rodando los ojos.
- Pues me parece que no has informado debidamente a Tictac, Shail y Zaisei.
- ¿No lo hice?- dijo Mariana con voz inocente- vaya se me ha debido olvidar. Peter sonrió- ¿Qué pasa? ¿No vas a delatarme? Estoy afuera del reino sin permido… soy casi una hereje.
- Han estado buscándote toda la mañana y al ver que no estabas en el Gran Salón a la hora de la comida se han preocupado de verdad.
- ¿Y te enviaron a vos a buscarme?
- Sí.
- ¿Y me vas a obligar a volver?
Peter puso cara de estar pensándoselo unos segundos y acto seguido se sentó al lado de Mariana. Ella le miró sorprendida como si de repente le hubiese salido otra cabeza.
- Es un bonito lugar. Sabía que estarías acá- Mariana puso cara de escepticismo, pensando que Peter se estaba marcando un farol- Sabía que estabas acá, porque se lo mucho que te gustan los lugares altos, así que supuse que te encontraría cerca de la cascada.
Mariana levantó las cejas en gesto de sorpresa.
- Se puede saber mucho de alguien con solo observarlo. Y aunque no me creas, te conozco más de lo que pensás.
- ¡Oh, sí! ¡Acertabas al llamarme bruja!- Peter hizo una pequeña mueca.
- Lamento todo lo ocurrido- Mariana le miró sorprendida. Los ojos de Peter eran más cálidos de lo que los recordaba y su expresión más amigable- No voy a relatarte toda mi vida porque es posible que Nico te la haya representado. He aprendido a ser desconfiado y precavido a base de golpes en la vida. Y además, admite que las circunstancias en las que nos conocimos eran muy extrañas.
Mariana suspiró y volvió su vista hacia la cascada. No tenía ganas de pensar en ello. Por que eso la llevaba a pensar en su mundo, y a añorarlo. Respiró hondo intentando deshacerse de esos pensamientos. Peter se dio cuenta del cambio de humor de Mariana e intentó cambiar de tema.
- ¿Qué tal te van las clases?
- ¿En serio te interesa?- Peter asintió- ¡Pues fatal!. Es imposible aprenderse todos esos nombres de príncipes, reyes, batallas y guerras… por no hablar de los hechizos… ¡Son impronunciables! ¡Y la maldita equitación! Nunca conseguiré que me haga caso… resumiendo… que más os vale que yo no sea la elegida, porque si lo soy, vamos listos.
- ¿Aún no has hecho magia?- preguntó Peter, pensativo.
- ¡Nada de nada! ¡cero! Ni una chispita. Y creo que todos empiezan a impacientarse. Ayer no me dejaron irme hasta pasada medianoche. Y pretendían que hoy a primera hora estuviese en la biblioteca.
Peter sonrió. Mariana estaba realmente molesta por el hecho de que sus profesores no respetasen sus horas de sueño.
- ¿Qué has visto de Vanis hasta ahora?- dijo Peter.
- Mmmm…. Mi cuarto…. La biblioteca…. Los establos… y el camino de salida.
- ¿Querés que te enseñe la ciudad?
- ¿En serio?- dijo Mariana con cara de sorpresa- ¡Sí! ¡Me encantaría!
Una vocecita interior le dijo si realmente sería una buena idea ir de paseo con Peter, alias el príncipe psicópata. Mariana le miró de arriba abajo y se dio cuenta de que no llevaba su espada, ni ningún tipo de arma, por lo que pensó que estaría segura sin espadas en su garganta. Peter y Mariana pasearon por la ciudad. Esa mañana Mariana la había visto, pero era mucho mejor cuando Peter le explicaba todo lo que pasaba en ella. Después caminaron por los jardines que eran mucho más vastos de lo que Mariana había presumido a la mañana. Y visitaron los interiores del castillo.  Peter era un buen guía turístico. Llegaron a la zona de entrenamiento donde un grupo de jóvenes practicaba con las espadas. Mariana se detuvo a mirar, impresionada por la rapidez, precisión y destreza que tenían ya siendo unos nenes. En uno de los momentos, un niño tumbó a su oponenete con un rápido movimiento y le colocó la espada en el pecho. Todo efectuado con gran elegancia. Peter había estado observando a Mariana mientras que ésta miraba el combate. Y sonrió al ver la expresión de asomrbo en su cara cuando el niño que no debía tener más de ocho años cayó derrotado.
- ¡Auch! Eso ha debido doler…- dijo Mariana.
- No sabés pelear- afirmó Peter.
- No, y no me interesa aprender.
- ¡Ah! Ya recuerdo… pacifista.
De camino a Vanissar, Nico y Peter habían tenido una diatriba sobre las diferentes armas. Nico le había dicho a ver qué pensaba ella. Mariana les habló de su mundo y de las armas que se utilizaban. Y había dicho que ella era pacifista.
- Exacto- dijo Mariana mirando a Peter con una sonrisa.
Mariana estaba sorprendida por la repentina amabilidad del príncipe. Estaba tan sorprendida que se había quedado mirándole como una idiota.
- ¿Ocurre algo?- preguntó Peter.
- Nada- dijo Mariana que desvió su atención hacia la zona de entrenamiento.
El palacio era muy grande, lleno de largos pasillos. De no ir acompañada, haría rato que se habría perdido. Tanto los pasillos como las salas tenían las paredes decoradas con bonitos murales, que según le contó Peter, representaban hechos pasados, viejas batallas.
- Ellos son los guardianes ancestrales- dijo Peter lentamente deteniéndose ante un mural que representaba a doce personas rodeadas de una aureola de luz- A lo largo de la historia han ido variando. Pero cuando un reloj se queda desprotegido, automáticamente éste elige a otros dos guardianes. De todas formas los guardianes así como los ángeles gozan del don de la larga vida.
Después siguieron caminando hasta que volvieron a detenerse ante una de las puertas. Mariana le miró sorprendida. Peter se limitó a hacer un gesto para que entrase.
- No pienso entrar ahí- se limitó a decir Mariana. Estaba ante la puerta de la biblioteca.
- En algún momento deberás decirles que regresaste- dijo Peter.
- Está bien- bufó Mariana sabiendo que Peter tenía razón- Ehhh… mmm… gracias por el paseo- dijo ella sintiéndose bastante estúpida. Peter solamente hizo una leve inclinación de cabeza a modo de respuesta- Me alegra que vinieses vos y no tu hermano gemelo psicópata- añadió con una sonrisa juguetona.
Peter la miró sorprendido y le dedicó una leve sonrisa.
- Nos vemos más tarde- dijo antes de irse.
Durante unos segundos Mariana se quedó parada allá, con una sonrisa bobalicona. Apenas se podía creer que se hubiese pasado toda la tarde con Peter y que no la hubiese amenazado de muerte.  Y lo que más le sorprendía era que verdaderamente había disfrutado de su compañía. Mariana abrió la puerta del despacho lentamente y asomó la cabeza. Allí estaban Tictac y Shail, que no parecían precisamente alegres.
- ¿Cómo les va?- dijo Mariana.
- ¿Dónde has estado?- dijo Shail.
- Visitando Vanis- dijo Mariana.
- No nos sobra el tiempo, y puesto que hemos perdido un día entero, justo es que ampliemos el plazo un día más.
- ¡¡¡Quéeee!!!- dijo Mariana- ¡Ni pensarlo!. Estaba agotada… si no me hubiesen forzado tanto no habría tenido que tomarme el día libre. Además anoche acabamos muy tarde… ¿Eso no cuenta?
- Si recuperás esta noche lo que no has estudiado durante el día, nos lo pensaremos- dijo Tictac.
- Está bien- ¿Qué he de hacer?
- Deberás leer este libro y entregarme un resumen para mañana.
Era un enorme libro de aspecto antiguo pero bien conservado. Mariana abrió los ojos como platos. Resignada, agarró el libro y salió de la biblioteca.
- ¿Crees que es una buena idea?- preguntó Shail.
- Es lo único que nos queda por intentar- dijo Tictac con una pequeña sonrisa.

2 comentarios:

  1. hooola, rachel
    me llamo antonella tengo 17 años tmbn me encanta casi!
    pero kiero saber xq no sigues con la nove de edward y bella
    me necantaba tu fic
    la empeze a leer hace poco y cunado me desatrase me di cuenta que ya no la escribias!
    en fin espero que la continues!
    bss
    pd:AGUANTE LALITERR!

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  2. me encantoooooo!!parece que peter puede llegar a ser amable y todo jeje pobre mar no la dejan ni respirar...

    una pregunta..sus padres donde estan¿? me refiero a los de ese mundo vamos los biologicos porque si solo han pasado 3 años¿? no deberian estar vivos¿? me lo podrias explicar¿?xD

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