lunes, 11 de enero de 2010

CAPÍTULO 13: EL PRÍNCIPE, EL GUERRERO Y EL MAGO

Sisina era conocida en palacio por su calma. Muy pocas veces se alteraba, era tranquila, callada y dulce. Pero esa mañana corría por los pasillos del palacio real de Vanis como un potrillo desbocado. Al llegar a la biblioteca al primero que se encontró fue a Tictac que charlaba con Peter.
- Venerable Tictac- dijo haciendo una reverencia- He ido a despertar a la chica. Sus cosas no estaban y me he encontrado con esto.
Peter agarró la carta que le daba la doncella. Ella estaba preocupada, así que le permitieron quedarse mientras que leían la carta

Si ahora están leyendo esto, es que mi plan ha funcionado y en estos momentos estoy en la Tierra. Es posible que Tictac no se equivocase cuando vaticinó que yo era esa hechicera que estaban esperando. Pero yo no soy lo que ustedes esperan. Yo no puedo serlo. Así que espero que acepten mi decisión. Les doy gracias a todos por su hospitalidad y su amistad. Y transmítanle mi agradecimiento al Rey Nicolás y a la Reina Emilia.  Y Nico… jamás me olvidaré de tus anécdotas. Y Peter… creo que echaré de menos nuestros pequeños momentos de intimidad, tu espada vos y yo. Les llevo a todos en mi corazón. Con afecto… Mariana Esposito

- ¡No me lo puedo creer!- dijo Peter, después de que Tictac terminase de leer la carta de despedida de Mariana- es una nenita caprichosa… ¡Allá estará desprotegida! ¡A saber qué puede hacerle Juan Cruz sabiendo que es ella!.
- Tranquilo Peter… iremos a buscarla… ¿Podés reunirte con Nicolás cuanto antes y estar preparados para partir cuanto antes?. Ten en cuenta que en la Tierra el tiempo corre diez veces más deprisa que acá.
- Sí, por supuesto.
- Entonces volá.
Peter corrió por los pasillos de palacio hasta llegar a los aposentos de Nicolás y sacarle de la cama a rastras diciéndole que Mariana se había ido.
- ¡Cómo que la nena no está!- dijo él alarmado cuando sus neuronas hicieron sinapsis.
- ¡Cómo que se ha ido a su mundo… tenemos que darnos prisa!- dijo Peter, alterado.
Nico sonrió ligeramente. No había visto nunca a Peter tan alterado, por nada ni por nadie. Peter fue a preparar sus cosas mientras que Nico se vestía a carreras y preparaba las suyas. En muy poco tiempo Peter y Nico corrían por los pasillos que llegaban hasta la biblioteca.
- A todos nos traiciona el subconsciente de vez en cuando. No es que no prestase atención en las clases- le decía Tictac a Shail- Es que la magia, implicaba abandonar definitivamente su mundo. Involuntariamente ella misma se boicoteaba.
- Venerable Tictac, estamos listos para partir- dijo Peter.
- Disculpen la intromisión- dijo Nico- Pero… ¿Cómo sabremos dónde ir? No sabemos nada sobre su mundo o sus dimensiones.
- Ella no puede estar muy lejos de donde se abra el portal. ¿Listos, amigos?
- Listo- dijo Peter.
- Siempre listo- dijo Nico.
Tictac juntó sus manos diciendo unas palabras en Eudamónico antiguo. Ni siquiera Peter y Nico entendían muy bien lo que decía. Pero cuando las separó una burbuja comenzó a extenderse para abarcarles. Y unos segundos después estaban a la orilla de un río. Miraron alrededor. Había una piedra lisa y solamente un sol.
- Qué lugar tan extraño- dijo Nico.
Habían llegado a una cosa de color grisáceo que parecía dura y consistente por la que pasaban  una especie de latas sobre ruedas que se movían y las personas iban dentro.
- Eso debe ser uno de esos autos de los que me habló Mariana- dijo Nico- Qué curioso…
- Debemos movernos… no se ven casas por acá- dijo Peter.
Con mucha precaución avanzaron paralelos a la carretera, pero tras los arbustos, sin dejarse ver. Tras un rato de seguir la carretera, esta se internaba en la ciudad. Los tres se miraron dubitativos. El problema radicaba  en que si entraban en la población deberían abandonar su escondite. Vieron autos entrar y salir de la ciudad, mujeres con carros de la compra, nenes que corrían por las calles… todo parecía bastante inofensivo. Así que después de la duda inicial, salieron de su escondite y comenzaron a caminar por las calles a la luz del día. La mayoría de la gente iba tan atareada en sus quehaceres que ni se daban cuenta de ese trío de extraños hombres. En cambio, otros lo hacían y se quedaban mirando para ellos con cara de sorpresa. Mientras tanto ellos observaban a la gente con precaución.
- No van armados- dijo Peter.
- ¿Creen que alguno conocerá a la nena?- dijo Nico que se estaba hartando de que todos le mirasen.
- Probemos- dijo Tictac.
Con su más dulce y amigable sonrisa se acercó a un grupo de nenes que les miraban divertidos.
- Buen día, muchachitos…- dijo- Estoy buscando a una señorita que se llama Mariana Esposito… ¿Alguno de ustedes la conocen?
- Mi mamá me dice que no hable con extraños…- dijo la nena más mayor- Y usted parece muy extraño
- ¿Es usted su papá?- dijo una nena, que parecía más chica que los demás con largas coletas rubias. Tictac asintió esperando que le dijese algo- Vive allá.
La nena señaló un edificio cercano
- Gracias pequeña- dijo Tictac con una sonrisa revolviéndole un poco el pelo rubio.
Tictac, Peter y Nico se acercaron al edificio y se quedaron mirándolo.
- Extraña construcción. Nunca había visto nada tan enorme- dijo Nicolás- Parece sólida.
El edificio de Mariana se extendía por toda la cuadra. Tenía unos bonitos soportales donde había varias tiendas. Desde una panadería hasta una tienda de cd y libros. Caminaron hasta lo que parecía la entrada principal. Era una puerta con una especie de enrejado negro y cristal. La puerta estaba abierta así que entraron. Era un rellano amplio y luminoso. Con unas cajitas de color rojo muy curiosas (vamos, los buzones). Y al fondo estaban las escaleras con una puerta metálica que daba acceso al ascensor. La puerta se abrió y salió una joven morocha con el cabello negro.
- ¡Ay mi madre!- dijo la joven al ver a los tres hombres que tenía delante.
- Buen día señorita- dijo amablemente, Nicolás- Mi nombre es Nicolás Riera… y mis compañeros y yo estamos buscando a la joven Mariana ¿La conocéis?
- Ajá- dijo Yanet mirando embobada a Nicolás- Esto… sí… ella dijo que vendrían.
- ¿Entonces está acá? ¿Está bien?- dijo Peter, completamente impaciente.
- Bueno, acá… acá… no. Está en su casa… pero sí, está bien- dijo Yanet poniéndose colorada. ¡Peter la había hablado!
- ¿Dónde está ella?- dijo Peter dando un paso hacia Yanet.
- ¿No vas a amenazarme verdad?- dijo ella dando un paso atrás al ver que llevaba su espada.
- ¿Qué os hace pensar eso, joven?- dijo Tictac riendo.
- Bueno… Lali me dijo que no sos exactamente como en las pelis…- Los tres la miraban extrañados- Sino más bien… un poco… psicópata.
- Es innegable- dijo Nico- La nena está acá.
- No vamos a haceros daño- dijo Tictac con voz amigable- ¿Nos podés decir donde está?
- Ha ido a comprar al super… no creo que tarde. Podemos esperar en mi casa si quieren.
Los tres asintieron y tras una breve discusión sobre el ascensor, Yanet consiguió meterles adentro. Una vez en su piso, se sentó en el sofá para ver como aquellos seres toqueteaban sus cosas con curiosidad.
- Cómo os llamáis- dijo Tictac sentándose al lado de la joven una vez que hubo inspeccionado la casa.
- Yanet.
- ¿Yanet?- preguntó Peter- ¿de verdad?
- Sí, de verdad… ¿Por qué?
- Mariana le dijo a Peter al principio que se llamaba Yanet…- dijo Nico que al parecer le hacía mucha gracia porque no paraba de reírse.
- ¿Hace mucho que conocéis a Mariana?
- Desde los doce años. Eramos amigas en la secundaria… y ahora es mi vecina… vive en el apartamento de en frente…. ¿Os la vais a llevar?
- Estará bien- dijo Peter al notar la tristeza en los ojos de Yanet.
Yanet asintió con la cabeza. Al menos Mariana había encontrado sus raíces. Un tanto extrañas pero no todo el mundo es perfecto. Todos tenemos un bardo en el placard.

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